Por Cristina Pérez de Zabalza, head of Retail Leasing de Cushman & Wakefield España
Dicen que somos seres sociales. Nos gusta agruparnos con nuestras familias, amigos, parejas, compañeros del trabajo, comunidades. Sin embargo, con la llegada del COVID en 2020, vimos como toda nuestra sociedad se transformaba. De la noche a la mañana pasamos a estar encerrados en casa, cambiando nuestras rutinas y nuestro día a día; cambiamos nuestra forma de trabajar, nuestra forma de socializar, y, cómo no, nuestra forma de comprar. Durante los siguientes años se produjeron los mayores impactos en nuestro mundo. Vimos el auge y los mayores impactos de la compra online frente la física, donde se descubrió una forma muy diferente de vivir y de comprar, y dónde se empezaron a escuchar voces respecto a la muerte del retail.
Por suerte, muchas de las rutinas que incorporamos en 2020, y en los años posteriores, las hemos dejado atrás. Hemos terminado el año con una vuelta masiva a las tiendas, donde hemos visto calles llenas de gente ansiosa por salir, por comprar y disfrutar del ocio y la restauración. En el mundo del retail, esto se ha traducido en la imagen que hacía tantos años que no veíamos: centros comerciales con los aparcamientos llenos, largas colas en las tiendas, y paseos comerciales con una gran afluencia de personas, gente animada y deseosa de disfrutar del tiempo libre.
De hecho, este año hemos visto que en los centros comerciales hemos visto como se superaban con creces las visitas respecto a 2021, y en muchos casos, llegando e incluso superando las afluencias del año 2019, año récord en este sector. Consecuentemente, las ventas también han ido en aumento mes a mes, y se han ido estabilizando y consolidando.
Estas ganas de salir y disfrutar de la vida en las calles se han visto también trasladadas en la manera en la que nos vestimos. Y es que este año, hemos visto como la moda y los accesorios han recuperado la fuerza y ha demostrado seguir siendo el motor de muchos centros en todas sus variantes, demostrando que, ahora sí, nos seguimos vistiendo de la cabeza a los pies. Aun así, algunas cosas del confinamiento siguen vigentes en nuestro día a día, como las ganas de decorar nuestras casas y convertirlas en espacios acogedores, por lo que hemos visto como el hogar, el bricolaje y la decoración han seguido ocupando una parte importante del gasto. Y como no, seguimos disfrutando del ocio y el tiempo libre, destinando una parte importante del gasto salir a cenar, salir a comer, o bien para ir al cine, que después de dos largos años parecen ir poco a poco recuperando espectadores.
Y, aunque parece que todo lo que nos envuelve va al alza, suben las energías, las materias primas, los combustibles, la cesta de la compra básica, seguimos encontrando formas de destinar nuestro tiempo y nuestros recursos a lo que realmente nos importa. Y esto seguirá pasando, también este año, porque somos así: una sociedad con tendencia a salir.
