En 2018, el fundador de Tea Shop, Per Sundmalm, manifestaba su deseo de llegar a las 100 tiendas a nivel mundial al rebasar los 30 años de existencia de la marca. A pesar del contexto actual, Tea Shop ha alcanzado su objetivo con la inauguración de una nueva tienda en el centro comercial Vasco de Gama (Lisboa). Con esta apertura, Tea Shop dispone ya de cuatro establecimientos en el mercado luso y redondeando a la centena las tiendas dedicadas a la venta de sus productos entre España, Portugal, Brasil, Argentina e Italia, con las cuales hace equipo su tienda online.
Esta nueva tienda sigue el diseño de Tea Shop, especialmente pensado para ofrecer un concepto comercial enfocado a elevar la experiencia del cliente, permitiendo que pueda interactuar con los productos de una forma más autónoma: oler, saborear y conocer. Su exposición, así como su categorización por momentos de consumo y perfiles de consumidor permiten al cliente tener una experiencia más intuitiva.
El fundador de la enseña abrió la primera tienda en Barcelona, en el barrio de Gràcia en 1990, con una visión: «Que los españoles, gozando de una amplia cultura gastronómica (aceites, quesos, vinos, espumosos…) amaran y disfrutaran del té, otro ingrediente gastronómico que además de delicioso y delicado, podía brindar momentos saludables de relax y disfrute».
«La primera tienda, un antiguo taller de guantes, era como un taller de té», recuerda Sundmalm, «donde los cada vez más curiosos clientes acudían para hablar sobre el té, probarlo, olerlo, y aprender cómo se prepara». Esa esencia sigue vigente 30 años después: «Vendemos bebidas reconfortantes que equilibran el cuerpo y la mente, de sencilla preparación, y que además tienen grandes posibilidades gastronómicas, asegura Sundmalm, antes, ahora y en el futuro».
A pesar de ser cierta la aseveración que la cultura del té ha ganado terreno, adeptos y conocimiento, Sundmalm tiene muy claro que Tea Shop evoluciona gracias a tener vivo el desafío de mejorar, sofisticar y seguir sumando a la divulgación del té en los niveles y grados que sean necesarios para que la experiencia de los clientes sea de total excelencia. En la actualidad, Sundmalm forma parte del equipo que trabaja en el desarrollo de nuevos tés, el I+D de la marca, que basa su actividad en un acto muy sensible: preguntar y escuchar a la clientela. Ese proceso de creación implica un mínimo de seis meses de trabajo con tests, investigaciones y pruebas hasta que no encuentran la mezcla correcta: «Con humildad creamos, damos a probar a nuestros clientes en las tiendas y ellos, y sólo ellos, deciden si ese nuevo producto se queda o se va en base a la satisfacción que les produce», explica.
Sundmalm ve con optimismo un escenario futuro: «Las empresas con misión y ADN son las que tienen futuro y proyección porque se crean, se cuidan y se desarrollan, siempre teniendo en cuenta al cliente para seguir mejorando». Echando la vista atrás, Sundmalm recuerda esa primera tienda y se emociona cuando regresa a ella y los dependientes le transmiten saludos de clientes que ya acudían a la tienda 30 años atrás. De hecho, tiene claro cuál será el éxito de Tea Shop: «Si en 30 años regresamos a la tienda de Lisboa que abre hoy y encontramos clientes que recuerdan ser los primeros en haber acudido es un éxito rotundo como empresa y como marca», concluye.