El comercio electrónico, opción sostenible para la temporada de rebajas

La pandemia ha acelerado la transformación del sector retail hacia la omnicanalidad. Así han aumentado las compras online entre los consumidores. Se espera que esta tendencia se mantenga durante la temporada de rebajas.

El pasado mes de abril la consultora Oliver Wyman presentaba su informe «¿Es el e-commerce bueno para Europa?». Elaborado con el apoyo del Institute of Supply Chain Management de la Universidad de St. Gallen (Suiza) y por encargo de Amazon, analizaba el escenario actual del sector del retail. Según este estudio, las compras online provocan un impacto medioambiental menor que el comercio físico. Esto es gracias a la reducción del tráfico en las urbes y a un menor uso del suelo. Esta conclusión es clave para el consumo sostenible durante la inminente temporada de rebajas. Esta dará inicio próximamente en gigantes textiles como Mango –el día 18 de junio– e Inditex –el 24–. O en la plataforma de compra online Amazon. Los productos tecnológicos gozarán de grandes descuentos en el Amazon Prime Day los próximos 21 y 22 de junio.

Online frente a offline

El informe estudia la evolución del e-commerce de productos no alimentarios en la última década en ocho países europeos. Estos son España, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Suecia, Países Bajos y Polonia. Asimismo, analiza los datos del comercio offline a partir de dos perspectivas distintas. Desde el caso más común como realizar una compra en coche sin incidencias aparejadas; y desde el caso promedio, media de las compras realizadas incluyendo incidencias tales como devoluciones.

Sobre el caso más común, el comercio tradicional supone una emisión de CO2e entre 3 y 6 veces mayor que la opción de pedir un producto por internet. En este caso, a nivel europeo, la emisión de CO2e al ir en coche hasta la tienda es de 4.100 g y de 900 g de CO2e si se realiza el pedido online.

Los datos entre los países estudiados en el informe muestran una gran disparidad en las cifras de emisiones. Estas se explican por las diferencias en el mix energético de cada mercado. En España, el e-commerce tiene un impacto de 871g de CO2e por compra. Mientras que el ir en coche a un comercio físico genera cerca de 3.600g. Las cifras muestran que los países del sur de Europa (España, Italia y Francia) son los que tienen un ratio de diferencia inferior. Esto es debido a que las distancias recorridas en coche son menores como consecuencia de la alta densidad de población.

Productos no alimentarios

En el caso promedio, encontramos que hay de 1,5 a 2,9 veces más de emisiones de CO2e por la compra de un producto en una tienda frente a la compra online. Con unas emisiones equivalentes a 2.000 g de CO2 en el comercio físico y 800 g en el electrónico.

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Entre los ocho países analizados, en este caso, España tiene uno de los impactos más altos, solo superada por Alemania con un ratio de 2,9. «Los datos de España muestran que el comercio offline genera 2,1 veces más emisiones que el online. El e-commerce provoca un impacto medio de 897g de CO2e por cada compra, mientras que en el retail físico asciende a 1.916g», afirma Pepa Chiarri, Executive Director del área de Climate & Sustainability de Oliver Wyman Iberia.

Oliver Wyman también identifica diferencias de emisiones según los productos comprados. Estas estn causadas principalmente por la eficiencia de los edificios, el transporte en el tramo final y el embalaje. Comprar una prenda de ropa en un comercio físico produce, de media, 2,9 veces más emisiones que cuando se compra desde casa. Aunque se llegue a pie al establecimiento sigue causando el doble de emisiones que, si se compra online, debido fundamentalmente al consumo de energía los edificios. Por otra parte, la emisión de CO2e es similar en el conjunto de los ocho países al comprar un libro o un producto electrónico, ya se haga online o en una tienda física a la que se llega a pie (unos 700 g de CO2e en cada caso).

Los datos también indican que enviar un producto directamente por vía aérea desde un centro de distribución en Asia causa 25 veces más de emisiones de CO2e que si se envía desde un gran almacén ubicado en la Unión Europea que recibe los productos por vía marítima antes de enviárselos al consumidor final por carretera.

Ahorro de tráfico

Los envíos del e-commerce a los consumidores generan el 0,5 % del tráfico total en las zonas urbanas. Mientras que el comercio físico genera el 11 %. En general, la entrega de los pedidos online viene a sustituir al consumidor que acude a la tienda. Esto supone una reducción de entre 4 y 9 veces el tráfico que se generaría de cualquier otro modo.

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Durante el trayecto en el que se realiza la entrega final del e-commerce, los repartidores distribuyen de media 100 paquetes por turno. Recorren 80 km, lo que conlleva a un consumo de 0,3 km por cada objeto entregado. Por su lado, un consumidor que compra en una tienda física usa un 56 % de las veces el coche, recorre de media 8 km y compra 3,1 productos por viaje, lo que supone una media de 1,4 km por cada artículo.

De esta forma, el transporte representa un 45 % de las emisiones de las compras vía online, con un impacto de 760g CO2e por producto. A su vez, el transporte causa el 39 % de las emisiones totales de las compras offline, ascendiendo a 1100g de CO2e por artículo.

Además, el e-commerce ocupa menos del 0,3% del suelo urbanizado en Europa. El comercio offline hace un uso total del suelo superior si se tiene en cuenta el espacio para la logística, la venta y el aparcamiento. En palabras de María Miralles, socia y líder de la práctica de Retail & Consumer Goods de Oliver Wyman para EMEA & Latam: «De esta forma, para una cantidad determinada de ingresos, estimamos que la ocupación total del suelo requerida es de entre un 26 % y un 43 % menor para el e-commerce que para el comercio físico».

La ubicación de los almacenes también puede influir indirectamente en el impacto de CO2e. El informe indica que una forma directa de reducir el impacto de CO2e es trasladar los centros logísticos (almacenes y, sobre todo, estaciones de entrega) más cerca del centro de las ciudades. El objetivo sería reducir el transporte fragmentado de la última milla. Pero el desarrollo de las ciudades europeas ha ido alejando los almacenes de sus centros debido a la presión inmobiliaria, las políticas de uso del suelo, los requisitos de densidad de empleo y la búsqueda de economías de escala.

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