En vista de que la actual pandemia ha acentuado la demanda de espacios más verdes y sostenibles, los inquilinos y los inversores inmobiliarios, así como las autoridades están más dispuestos que nunca a comprometerse con la lucha contra el cambio climático. Según el nuevo estudio de JLL, titulado «Activos inmobiliarios responsables: la descarbonización del entorno construido», esta década marca un momento crucial para la descarbonización del sector inmobiliario y para la construcción de edificios mejor preparados de cara al futuro. Sin embargo, lograr que los buenos propósitos se traduzcan en objetivos viables exigirá la formalización de alianzas y la adopción de una mentalidad transformadora.
«El sector inmobiliario está en el punto de mira. No podemos lograr un mundo con cero emisiones de carbono sin reconvertir nuestros inmuebles. Por tanto, debemos plantearnos cómo responder ante esta situación: ¿Podemos construir un futuro mejor para nuestras comunidades y nuestro planeta? La única manera de lograrlo consiste en crear un modelo de inversión que integre las repercusiones sociales y medioambientales», explica Guy Grainger, Global Head of Sustainability Services and ESG en JLL. «Esto exige un cambio de mentalidad y la adopción de un enfoque mucho más colaborativo entre los propietarios y los inquilinos de edificios», añade.
Aumento de las expectativas y catalizadores clave
Los casi 650 altos directivos encuestados por JLL declaran que sus principales prioridades son crear espacios ecológicos y centrados en las personas. Los inquilinos están adoptando un enfoque transformador a la reducción de emisiones de carbono mediante la integración de la sostenibilidad en sus modelos de negocio. Un 89 % declara que la sostenibilidad reviste una importancia cada vez mayor para su estrategia corporativa. Los inversores inmobiliarios consideran que centrarse en la descarbonización puede generar valor y brindar una ventaja competitiva. Ello es especialmente cierto en el caso de inversores de primer nivel que invierten en un amplio espectro de estrategias sofisticadas y alinean las estrategias de descarbonización con las de inversión.
Son varios los factores que impulsan el mayor énfasis en la sostenibilidad. El primero de ellos es que los inversores e inquilinos llevan la delantera a las autoridades en el plano de sus objetivos. Estos consideran que la descarbonización constituye una medida favorable para sus empleados, clientes, inquilinos, comunidades y para el planeta. Los inquilinos y los inversores buscan alianzas de mayor solidez, así como la adopción de una postura más ambiciosa por parte de los gobiernos y los ayuntamientos.
En segundo lugar, actuar de forma responsable lleva aparejado un valor considerable. El estudio de JLL revela que el 83 % de los inquilinos inmobiliarios y el 78 % de los inversores creen que el riesgo climático plantea un riesgo financiero. La multitud de opciones sin coste y de bajo coste tiene un potencial transformador para generar un aumento de la eficiencia operativa y brindar una mejor rentabilidad financiera. Por el contrario, las consecuencias de no tomar medida alguna son actualmente demasiado elevadas, y pocos consideran que la inacción constituye una opción viable.
Lograr los objetivos de sostenibilidad
El informe de JLL pone de manifiesto algunos catalizadores y barreras clave que se deben tener en cuenta en la senda hacia un modelo con cero emisiones netas de carbono. Uno de los principales obstáculos es que la demanda de opciones inmobiliarias sostenibles, como los inmuebles con cero emisiones netas de carbono, es mayor que la oferta. La oferta actual podría no bastar para cumplir los ambiciosos objetivos establecidos por los inquilinos. Este desequilibrio podría acentuarse a menos que un mayor número de edificios salgan al mercado. Dado que la demanda supera a la oferta, existe una oportunidad de gran calado para acondicionar los edificios. No obstante, la obsolescencia y la antigüedad de los edificios, así como una infraestructura urbana inadecuada, constituyen unos retos importantes.
Uno de los catalizadores clave a la hora de impulsar la transición hacia un modelo con cero emisiones netas de carbono es la tecnología. Los datos constituyen el mayor catalizador para el progreso en la vertiente ecológica. Y es que la mejora de las capacidades de datos brinda oportunidades para mejorar de forma continuada basadas en un análisis en tiempo real y en un proceso de toma de decisiones automatizado. Pese a ello, la mayoría de los inversores (55 %) y de los inquilinos (50 %) afirma que sus capacidades actuales de datos y evaluación se encuentran en «desarrollo«. Existe una oportunidad significativa para subsanar la brecha digital e invertir en tecnología, en vista de que la dependencia de los datos seguirá creciendo en el futuro, impulsada por los requisitos de una mayor transparencia y divulgación de información.
Activos inmobiliarios responsables
Los activos inmobiliarios pueden desempeñar un papel fundamental a la hora de ayudar a los inquilinos e inversores a reducir su huella de carbono. También a efectuar progresos hacia la consecución de sus objetivos de reducción de emisiones de carbono. A medida que los inversores y los inquilinos toman conciencia de los papeles que deben desempeñar para reducir las emisiones de carbono, los propósitos en materia ecológica se están traduciendo en ambiciosos objetivos de sostenibilidad. Existe un amplio espectro de oportunidades para que los activos inmobiliarios aplanen la curva climática. Sin embargo, materializar el valor que sustenta esos objetivos requiere la aplicación de un enfoque planificado adecuadamente.
«Estos datos muestran que las organizaciones han tomado medidas proactivas a la hora de fijar objetivos climáticos, pero la ejecución no ha dado comienzo realmente», comenta Grainger.
Un componente clave para acelerar la transición hacia la descarbonización consiste en contar con un ecosistema de alianzas. El estudio de JLL revela que el 81 % de los inquilinos e inversores concuerda en que una alianza de gran solidez entre ciudades, inquilinos e inversores resulta fundamental a la hora de impulsar la hoja de ruta hacia un modelo con cero emisiones netas de carbono. La integración en un ecosistema permite a Gobiernos, empresas, inversores y comunidades adoptar y escalar las innovaciones con mayor facilidad, colmando así la brecha entre las intenciones y la toma de medidas.