Las pandemias y la ciudad a lo largo de la historia
En el siglo XIX, numerosas ciudades transformaron su fisonomía a causa de las enfermedades de la época. Londres, con la epidemia del cólera en 1854, construyó los nuevos sistemas de alcantarillado y el revestimiento de calles. París, con la aportación de Haussmann en 1800, se dotó de nuevos espacios abiertos y hermosos jardines para luchar contra la peste blanca o la tuberculosis. Nueva York transformó las condiciones miserables de sus viviendas e incluso Barcelona, con Ildefonso Cerdá, modificó su estructura con el derribo de sus murallas para ensanchar calles, facilitar el movimiento del aire y, según el urbanista Joan Busquets, “dar impulso a una ciudad higiénica y funcional”.
Estos ejemplos son una muestra de que la arquitectura y la salud caminan juntas a lo largo de la historia, incluso Jakob Brandtberg Knudsen, decano de la escuela de arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes de Dinamarca, declaró que “en los últimos 150 años, la esperanza de vida ha aumentado de 45 a 80 años y es justo afirmar que la mitad de eso se debe a la arquitectura y la ingeniería y, la otra mitad, a la comunidad médica”. En palabras de Emilio Tuñón, arquitecto, el mundo está siempre en constante transformación debido a que la transformación está en la base de la vida.
Así pues, una vez más, las ciudades y los edificios serán reinventados como respuesta a una enfermedad.
Influencia de la COVID-19 en la ciudad y en los edificios
No cabe duda que la llegada de la COVID-19 está haciendo reflexionar, de nuevo, sobre el modelo de nuestras ciudades y edificios. Las ciudades, con un modelo de transporte público basado en el movimiento de grandes masas de gente, donde el vehículo privado con motor de explosión es aún protagonista, con un sistema de espacios públicos que no permite caminar con fluidez y con zonas verdes muy limitadas, no han dado una respuesta adecuada para mantener alejado el virus.
En cuanto a los edificios, los hospitales se han quedado pequeños para asistir a toda la avalancha de pacientes, donde solo la flexibilidad para transformarlos rápidamente, ampliarlos o crear nuevos en poco tiempo ha sido una solución provisional. Las viviendas, el gran desafío, se muestran demasiado pequeñas y sin zonas exteriores suficientes que permitan convivir a una familia con garantías de seguridad. Las oficinas, con el teletrabajo, anuncian el fin de los grandes espacios, apostando por “áreas burbuja” más controladas y los grandes edificios para eventos, como teatros, cines, estadios o aeropuertos, han quedado prácticamente inutilizados.
Los centros comerciales por su parte, están viviendo momentos muy complicados. Cerrados mayoritariamente durante el estado de alarma, han vivido el incremento de la compra online, la limitación de aforos y la reducción del modelo de ocio. En esta situación, todos los nuevos proyectos se han parado en seco y solo abrirán sus puertas aquellos en estado avanzado de obras, como WAY Dos Hermanas, abierto la semana pasada, o La Torre Outlet de Zaragoza, que lo hará próximamente.
Los promotores han estado más ocupados manteniendo abiertos los cauces de la negociación con los operadores de sus centros y en invertir en España, según la AECC, más de 30M€ en materia de higiene y seguridad sanitaria, que en pensar en nuevos proyectos, al abrirse el debate sobre cómo serán los nuevos centros post pandemia. Por el momento, los modelos basados en la proximidad, sobre todo en alimentación, están siendo los que mejor han respondido a las demandas de los ciudadanos.
Aun así, si pensamos que nuestro modelo de ciudad y de arquitectura está acabado, nos equivocaremos, ni desaparecerán los edificios de oficinas, ni los rascacielos, ni los aeropuertos, ni las ciudades, ni por supuesto los centros comerciales. Solo veremos cómo se transformarán en los próximos años, porque el ser humano tiene la capacidad de adaptarse a cada momento de la historia que le toca vivir.
Los centros comerciales actuales
Venimos de un modelo de centros comerciales básicamente cerrados y climatizados, con grandes superficies como anclas principales. Centros comerciales situados, generalmente, en la periferia de las ciudades y extendidos en horizontal, con máximo de dos plantas (la tercera, generalmente, nunca ha funcionado bien salvo en centros muy urbanos). El resto de operadores giraban alrededor de estas anclas, en un modelo de mix comercial más o menos estándar y donde el consumo era el fin último.
En los últimos 10 años, este modelo se estaba transformando hacia centros más abiertos, donde una nueva ancla, el ocio y la restauración indoor/outdoor, empezaba a jugar un fuerte protagonismo, aumentando su porcentaje en el mix, en algunos casos, hasta un 25 % y donde la búsqueda de la experiencia en la visita parecía el camino del futuro. Hasta hoy.
La llegada del virus, aparte del cierre temporal de los centros, supuso un cambio en la forma de comprar. El e-commerce en España aumentó un 67 % durante los meses de cierre, según informe de Shopping Index, viendo como este modelo ha llegado para compartir su presencia con el comercio tradicional.
La nueva realidad post COVID-19. Ciudad y arquitectura en edificios no comerciales
La ciudad post COVID-19 será una ciudad más amable, donde el vehículo privado cederá el protagonismo a medios de transporte más saludables. Según el arquitecto Carlos Rubio Carvajal, en la nueva ciudad podremos “circular a pie, en bicicleta, en patinete, en transporte público, con vehículos de alquiler, en vehículos privados o en cualquier otra clase de vehículos. Si a los privados se les permite circular pero se les impide estacionamientos de larga duración, la vía pública recuperará todo su potencial como principal espacio compartido de la ciudad”.
En cuanto a los espacios exteriores, indudablemente será necesario redimensionar las aceras, los parques, etc. Los espacios públicos serán más anchos y espaciosos. Será la ciudad de las bicicletas (París, Londres, Milán, Ámsterdam, Madrid están avanzando rápidamente hacia este modelo).
Por su parte, las viviendas tendrán más terrazas, serán más amplias, y es posible que haya un desplazamiento de la demanda hacia la periferia de las ciudades. De hecho, ya se está viendo cómo los portales inmobiliarios están modificando su oferta ante el aumento del interés por viviendas en núcleos rurales. En cuanto a las oficinas, habrá una vuelta progresiva de los trabajadores. Es necesario mantener el contacto con los equipos, reforzar el sentido y orgullo de pertenencia, pero se hará parcialmente porque el teletrabajo se mantendrá muy presente en el futuro. No obstante, la oferta de grandes edificios de oficinas se reducirá y veremos posibles transformaciones hacia otros usos como viviendas, residencias o coworking, por mencionar algunos.
En general, los edificios estarán más digitalizados, utilizando tecnologías para evitar el contacto: puertas automáticas, ascensores activados por voz, entrada de habitación de hotel controlada por teléfono móvil, interruptores con manos libres al igual que los controles de temperatura, etiquetas automáticas para maletas y check-in y seguridad avanzados en el aeropuerto, robots en limpieza de edificios y seguridad, etc.
La nueva arquitectura del retail
Los centros comerciales no serán ajenos a todos estos cambios. O te reciclas o mueres. Es el momento de los promotores, propietarios e inversores para ir pensando en ese nuevo modelo, donde la vida se desarrollará en esa nueva ciudad de los 15 minutos que ya está trabajando París, en la cual es posible ir andando o en bicicleta a los principales polos de trabajo o comerciales.
Con las restricciones de movimiento la gente ha descubierto más sus barrios. Es por eso que se fomentará lo local, siendo la tendencia generar barrios más ecológicos, incluso creando “supermanzanas”, como propone el arquitecto José María Ezquiaga para el centro de Madrid, fomentando la vida saludable, las relaciones de pertenencia, etc.
Todo esto afectará a los centros comerciales, que tendrán que integrar todo lo anterior, convirtiéndose así en un elemento vertebrador del barrio, como una ciudad propia. Modelos de espacios comerciales más urbanos, de usos mixtos, donde se recojan nuevas actividades (oficinas, residencias de estudiantes, centros médicos, servicios vinculados a la administración…) y, por qué no, veremos el auge de modelos como los parques de medianas superficies, cuyo formato facilita una compra contactless.
Es el momento de pensar en los activos existentes y cómo se comportarán a futuro si no hacemos nada. Es muy posible que aquellos centros que tengan dificultades actualmente no superen la situación si no se adoptan medidas rápidas. Pensar en sustituir superficies vacías por otras actividades como las mencionadas o abrir las cubiertas buscando aire y sol, llenar de zonas verdes estos espacios abiertos, jugar con el interiorismo, pueden ser algunas soluciones.
Habrá que prestar atención al diseño, eso sí, ¡flexible!, donde los nuevos espacios sean capaces de acoger todas estas actividades, en un contexto de espacios de trabajo conectados, nuevos materiales de construcción, la tecnología y lo digital.
Si el centro comercial forma parte de esa nueva ciudad ha de tener su almacén propio para dar servicio a la parte online de las tiendas del centro comercial. Los promotores y operadores deberán trabajar juntos en ese nuevo modelo donde la logística urbana en el formato “click&collect” es una estupenda oportunidad para atraer mas visitantes. En este sentido, los aparcamientos, en general con unos estándares muy altos de plazas, pueden reutilizarse parcialmente como autocines, espacios para la logística anteriormente citada con áreas especificas para delivery e, incluso, podrán acoger nuevos operadores comerciales o nuevos usos que complementen la oferta.
En cualquier caso, los centros deberán tener la capacidad de ser humanos, especializados e individualizados porque, como dice Andy Stalman, “va a haber un cliente más valiente, pero también más demandante. Es la época del retail de los valientes y no de los tibios o temerosos”.
Conclusiones: Una ciudad más amable y de arquitecturas flexibles
Esta nueva visión post COVID-19 de la ciudad más amable, de su arquitectura y, especialmente, la de los centros comerciales deberá tener el concurso de un gran número de intervinientes.
La Administración, que deberá facilitar las modificaciones de planeamiento necesarias para conseguir esa flexibilidad en los nuevos diseños, que permita incorporar nuevos usos donde antes no se permitía. Los promotores, que serán el agente impulsor de esta nueva realidad, los que realmente lanzarán los nuevos proyectos buscando, como es lógico, la eterna rentabilidad de sus inversiones. Los operadores, sean comerciales, hoteleros, restauradores, emprendedores, etc., que formarán parte fundamental de este engranaje para dar vida a esa nueva ciudad. Y, por último, los profesionales, entre ellos los arquitectos, quienes deberán aportar su creatividad para conseguir que esta nueva ciudad, esta nueva arquitectura, sea el vehículo para vivir una nueva experiencia social con plenas garantías de seguridad.